En un informe, dado a conocer aquí en anticipación de su reunión anual de otoño, el banco advirtió que este será otro año de contracción, con una caída de 1.1 por ciento, con un repunte para el 2017 que colocará la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) en 1.8 por ciento.
“Es como estamos llegando a la parte más profunda del proceso de desaceleración que empezó en 2012, y 2017 parece ser un año de recuperación, y si se da para América Latina, va a ser un reflejo de recuperación del crecimiento en América del Sur”, indicó Augusto de la Torre, economista en jefe para América Latina del Banco Mundial.
Pese al favorable panorama para la economía regional, de la Torre dijo que el escenario en el resto del mundo no parece alentar el pronto retorno de una situación favorable, como podría ser el regreso de los precios de materias primas a sus niveles de bonanza.
“El mundo no está ayudando. Los desarrollos globales echan una nube oscura sobre las perspectivas de crecimiento para el siguiente año en la región”, advirtió.
Estimó que la región requiere un gran giro sobre los recursos de su plataforma de exportaciones, como son mano de obra, capital, financiamiento y talento empresarial, a fin de producir bienes y servicios que se comercialicen en el mercado internacional “hacia actividades transables”.
El informe consideró que ante la nueva realidad de precios bajos de materias primas, la región ya no puede depender de su demanda interna para impulsar el crecimiento, por lo que volcarse a consumidores externos “será crucial a la hora de impulsar la actividad económica”.
Reconoció que si bien el mundo parece encaminarse en dirección opuesta en términos de demanda, la buena noticia apunta a que los países de la región están aumentando el volumen de sus exportaciones, incluidos productos nuevos de mayor calidad que encuentran nichos en los mercados de Estados Unidos y Europa.
Además, “los tipos de cambio más competitivos alcanzados luego de los ajustes que tuvieron lugar estos últimos dos años, abren un espacio para incrementar el comercio regional, al reemplazar importaciones de fuera de la región con productos y servicios producidos de manera eficiente dentro de la misma”, indicó el reporte.
El informe reveló también que aquellos países con tipos de cambio flexibles están diversificando los rubros y destinos de sus exportaciones.
De la Torre dijo que la interrogante ahora es si la transformación estructural necesaria para llevar a cabo este cambio en la producción es consistente con el proceso de ajuste macroeconómico que aún está en marcha en muchos países.
De acuerdo con el reporte, los ajustes macroeconómicos pendientes tienden a concentrarse por ahora en América del Sur, donde se encuentran muchas economías exportadoras de materias primas, y que más sufrieron por la caída en sus precios.
Hasta ahora Perú, Chile y Paraguay, han finalizado su proceso de ajustes y pueden enfocar sus energías más libremente en crecer con equidad social. Sin embargo, frenar el gasto fiscal ha resultado un duro desafío para muchos países.
El banco argumentó que lograr un equilibrio macroeconómico con bases sólidas generará espacio a mediano plazo para invertir en más y mejor educación e infraestructura, necesarias para respaldar el gran giro hacia la producción de bienes y servicios transables.
“Sin ese cambio, será difícil que la región alcance los niveles de crecimiento necesarios para recuperar el ritmo de mejora social observado durante el auge de las materias primas”, precisó.