En contraste, en aquellos países no exportadores de commodities, los salarios se vieron disminuidos, destacó el informe “Trabajando para terminar la pobreza en América Latina y el Caribe: trabajadores, empleos y salarios”, del BM.
“En los últimos años, el momento para ganancias sociales ha menguado en América Latina y el Caribe”, señaló la administradora para la región en Práctica de Pobreza Global del BM, Louise Cord.
Advirtió que con el declive del boom de materias primas, es “crítico” redoblar los esfuerzos en la región para promover más inclusión social y reducción de la pobreza.
Señaló la necesidad de eliminar restricciones a la participación de las personas de menor ingreso en el mercado laboral, mejorar su acceso a educación de alta calidad y a sectores de mayor productividad, ya que el ingreso ha sido el factor más importante para reducir la pobreza en la región.
Según el informe, la pobreza en América Latina y el Caribe –definida como aquellos que viven con menos de cuatro dólares al día - bajó del 25.3 por ciento en 2012, a 24.3 por ciento en 2013.
Mientras la pobreza extrema (aquellos que viven con 2.50 dólares al día) disminuyó de 12.2 a 11.5 por ciento en el mismo periodo.
“El progreso en la reducción de la pobreza, aun a un paso más lento, no fue uniforme, con un desempeño en Centroamérica y México por debajo de otras subregiones”, señaló.
El BM subrayó que desde los primero años de este milenio, los salarios de los trabajadores no calificados (aquellos con mayor probabilidades de ser pobres y la mitad de los hogares en la región) aumentaron en 4.0 por ciento en promedio.
Mientras, el ingreso de aquellos con estudios de primaria y de los trabajadores calificados aumentó solo 2.0 por ciento.
Sin embargo, indicó que la participación en el mercado laboral no ha sido la fuerza detrás de la reducción de la pobreza para los trabajadores no calificados o el 40 por ciento de la población que viven en la pobreza en la región.
Entre 2003 y 2013, la participación en la fuerza laboral de los trabajadores no calificados cayó 1.6 por ciento, mientras se incrementó en 44 por ciento para el resto de los trabajadores.
El informe indicó que las razones de esa disparidad pueden ser el incremento de los hogares mantenidos por las mujeres, así como un aumento en cambios de empleo que hace a los trabajadores esperar por puestos de trabajo mejor remunerados.
“Pero esto podría significar que encontrar un trabajo se está volviendo cada vez más difícil para los trabajadores hombres no calificados”, alertó.
Apuntó que los gobiernos en la región han ayudado a mejorar tanto el ingreso como la participación en el mercado laboral incluyendo programas de guarderías, educación temprana, impulso al acceso de las mujeres a la fuerza de trabajo, entrenamiento, incentivos y legislaciones para el salario mínimo.
Subrayó que si se establece de forma correcta, el salario mínimo puede operar como una fuerte señal para salarios más altos, incluso en el sector informal donde muchos de los pobres trabajan.
Advirtió que si el salario mínimo se establece muy alto o muy bajo puede debilitar su efecto tanto en la economía formal como en la informal.