Motociclistas en Marruecos, ni tatuajes ni calaveras

Motociclistas en Marruecos, ni tatuajes ni calaveras

No llevan tatuajes ni calaveras, y la imagen típica del rebelde y fornido motorista es sustituida en su caso por una calcomanía de un casco con alas de color rosa, logotipo de "Miss Moto Marruecos", la primera asociación de mujeres motociclistas en el mundo árabe.

Su nombre no remite a ningún concurso de belleza sobre ruedas, es solo un modo de subrayar la condición femenina de sus adeptas.

Creada a mediados de diciembre, hasta el momento la asociación la integran 15 mujeres con edades comprendidas entre los 22 y 50 años, casadas, solteras, estudiantes, jubiladas, con velo y sin él, y que comparten una misma pasión: las motos.

Los vehículos en fila india, los cascos bien colocados, se encienden los motores. Las mujeres de "Miss Moto Marruecos" están listas para recorrer las carreteras, ante las miradas sorprendidas de algunos de los viandantes del paseo marítimo de Casablanca, donde se dan cita.

El rugido de los motores de las Harley-Davison, Honda Shadow o Yamaha FZR, entre otras marcas, se entremezcla con el sonido de las bocinas de los coches de la bulliciosa capital económica del país.

"Hice la Ruta 66 (la mítica carretera de Estados Unidos) y vi conducir a mujeres de todas las edades. Me pregunté ¿por qué no las marroquíes", comenta Dalila Mosbah, presidenta de la asociación, y cuyo entusiasmo por las motos comenzó a los 16 años, cuando conoció a su marido, quien hoy la acompaña, a ella y al resto de motociclistas en sus paseos a lo "Easy-Rider".

Tres hombres -a la cabeza, en medio y en la cola del grupo- las "escoltan". Un dedo levantado advierte que la carretera se estrecha, y las mujeres se colocan en fila, dos dedos hacia arriba es la señal para que se posicionen en parejas.

"Si vamos con hombres es por seguridad y porque es una costumbre. Las mujeres en Europa son más independientes, pero la marroquí no sale sola", explica Mosbah, que tiene tres hijos, todos ellos moteros.

Amal Bennis, de 44 años, también madre de dos hijos y cirujana dentista de profesión, confiesa que se sacó el carné y se compró la moto "sin decírselo a nadie porque no quería que me desanimaran".

Durante una hora y media, la motociclistas ataviadas con cazadoras, no siempre de cuero, botas y unos buenos guantes para paliar el frío, recorren la ruta que lleva a la playa de Tamaris, en dirección sur.

Una excursión que además de ofrecerles la oportunidad de reunirse y disfrutar del paseo sobre ruedas, les sirve también de entrenamiento para la celebración -organizada por la asociación- del primer Día Mundial de la Mujer Motociclista, que tendrá lugar el 18 de marzo en Marraquech, ocho días después del Día de la Mujer Trabajadora.

"Quiero hacer un llamado a todas las mujeres que conducen en dos ruedas, incluso en bicicleta, a participar en el desfile", dice Mosbah, mientras subraya que junto a la camaradería, "Miss Moto Marruecos" ha nacido con la idea de organizar misiones dedicadas a la caridad y la solidaridad.

De vuelta al paseo marítimo de Casablanca, el grupo realiza una parada en la tienda Harley-Davidson, donde Mamoun Tadili, propietario del establecimiento, baraja la idea de asociarse con ellas e incluso de hacerles un "paquete de precios especial".

"Nos gustaría tener más mujeres que conduzcan. Estamos hartos de tantos hombres", bromea Tadili que desde 2007, año en el que abrió la tienda, ha vendido ocho motos a mujeres.

Las clientas no acuden en masa a la tienda de Harley: primero, por el alto precio de estas carísimas motocicletas; segundo, porque la imagen de una mujer a lomos de una moto de lujo no deja de tener un punto de extravagancia, visto por muchos marroquíes como un deporte de machos.

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