En particular, países como México podrían ver comprometida la previsibilidad de sus operaciones comerciales al extranjero debido a los desafíos logísticos y económicos que plantean nuevos escenarios internacionales.
En este contexto, "el futuro logístico no es una opción, sino una condición indispensable para sobrevivir y prosperar. Las cadenas de suministro deben volverse más rápidas, inteligentes y sostenibles. En este entorno global, podríamos decir que la clave es anticiparse". Ante estos retos, la capacidad de adaptarse rápidamente se ha vuelto esencial para mantener la competitividad de las empresas, señaló Héctor Rodríguez, Senior Director de Asset Management & Business Excellence LATAM en CHEP.
Este cambio en el panorama global las impulsa a abandonar los modelos estáticos y a adoptar enfoques más dinámicos, basados en datos y previsión. Las decisiones logísticas ya no pueden depender únicamente de la intuición; la agilidad y la capacidad de anticipación se han convertido en factores clave para el éxito en un mundo comercial cada vez más impredecible.
"La trazabilidad no es solo un complemento, es el ADN de una cadena de suministro moderna, rentable y sostenible. Con ella, anticipamos el futuro en lugar de reaccionar al pasado, impulsando una distribución eficiente que beneficiará a los consumidores", añadió Héctor Rodríguez.
La capacidad de monitorear y rastrear productos a lo largo de toda la cadena de suministro también permite reducir los riesgos y mejorar la transparencia, lo que resulta crucial en un contexto de mayores barreras comerciales y estrictas normativas.
Sin duda, también la sostenibilidad se ha convertido en un pilar fundamental para la logística moderna, debido a su impacto ambiental, ya que las cadenas de suministro tradicionales son responsables de una gran parte de las emisiones de CO2 y residuos. De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, las emisiones de gases de efecto invernadero del sector transporte han aumentado más del doble desde 1079, y aproximadamente el 80% de este incremento se debe a los vehículos que se trasladan en carretera1.
Con el objetivo de mitigar este impacto, la transición hacia un modelo de economía circular, que busca maximizar el uso de los recursos y reducir el desperdicio, se presenta como una solución clave. Además de los beneficios medioambientales, este modelo ofrece ventajas económicas y sociales, mejora la competitividad y reduce costos. Sin duda, la adopción de prácticas sostenibles es crucial para que las empresas se adapten a las regulaciones ambientales más estrictas y mantengan su relevancia en un mercado global cada vez más dinámico, donde aquellas que no se adapten corren el riesgo de quedarse atrás.