El gobierno alemán ya adelantó que quiere aprovechar su presidencia, que asumirá el 1 de enero, para buscar avances en estos ámbitos durante la cumbre del grupo, que se celebrará del 7 al 8 de junio en el lujoso castillo de Elmau en Baviera, en el sur de Alemania.
En concreto, la mayor economía de Europa quiere lograr compromisos, por ejemplo, en la protección de los mares, en la eficiencia de los recursos, en la preocupante resistencia a los antibióticos, en la desatención sanitaria de los más pobres asociados a enfermedades como el ébola, en los estándares en las etiquetas de comercio exterior y en el acceso de la mujer a la formación profesional.
Junto a estos temas, también se debatirá, como es habitual, sobre cuestiones de seguridad y política exterior en un contexto marcado por la crisis en Ucrania, la lucha contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI) y las medidas adoptadas contra la epidemia del ébola.
La pequeña localidad de Krün con apenas 2,000 habitantes, en la región de Garmisch-Partenkirchen, lleva tiempo con los preparativos para albergar la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del Grupo de los Siete formado por Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Japón y Canadá.
"Es tan bonito todo esto que deberíamos organizar algo alguna vez aquí", comentó la canciller alemana, Angela Merkel, durante una visita a Elmau en 2005.
Diez años después verá su deseo cumplido y recibirá allí al presidente estadounidense, Barack Obama; al primer ministro británico, David Cameron; al presidente francés, François Hollande; a su homólogo italiano, Matteo Renzi; al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y al de Canadá, Stephen Harper.
Los políticos se reúnen desde 1975 anualmente para debatir de manera regular sobre los problemas más importantes del mundo. En pasadas ediciones, las reuniones se centraron en temas como la energía atómica tras el accidente en Fukushima, los levantamientos populares en el mundo árabe y la guerra de Siria.
En los meses previos a la cumbre, representantes de los respectivos gobiernos conocidos como "sherpas", se encargarán de limar la mayoría de las asperezas y fijar una agenda con cuestiones abiertas sobre las que discutirán los mandatarios cuando lleguen a la bella localidad montañosa.
En esta ocasión, al igual que pasó en 2014, Rusia seguirá siendo uno de los grandes ausentes después de que el 25 de marzo de 2014 los mandatarios decidieran abandonar el formato de G8 (instaurado desde 1998) y volver al G7 sin Rusia después de que el gobierno de Vladimir Putin anexionara Crimea, hasta entonces parte de Ucrania.
Será la quinta vez que Alemania sea la anfitriona de esta cumbre tras la última organizada en 2007 en Heiligendamm, en la costa alemana, y el gobierno calcula un coste de casi 130 millones de euros.
Al igual que entonces, se está preparando un gran dispositivo de seguridad. Hans-Peter Kammerer, portavoz del departamento de planificación de la policía, calcula una cifra de más de 10.000 efectivos.
"Como en la pasada cumbre también habrá manifestaciones de personas críticas con esta reunión. Ya se han registrado algunas protestas en los organismos pertinentes", informó Kammerer a la agencia dpa.
A finales de septiembre se creó el grupo de protesta "Stop G7" en Múnich entre cuyos miembros se encuentra la diputada del partido de La Izquierda Nicole Gohlke. "Muchas personas mueren a causa de la estrategias de guerra y de crisis del G7", indicó un portavoz del grupo sobre sus motivaciones para manifestarse contra esta cita internacional.
De momento ya han anunciado que a partir del 1 de junio llevarán a cabo "acciones creativas" en el lugar de la cumbre para provocar "grandes molestias".
Pero no todos lo ven igual. El ministro de Interior de Baviera, Joachim Herrmann, ve la cumbre como "una oportunidad para continuar con el desarrollo positivo de la región". Pero, sobre todo, será una gran publicidad para el castillo de Elmau.
El hotel se alza a una altitud de más de 1,000 metros como uno de los hoteles más lujosos del mundo, con un restaurante con una estrella Michelín y con 128 habitaciones con vistas a los Alpes bávaros. Será desde allí desde donde el limitado grupo de políticos debatirá sobre los designios del resto del mundo.