Lamy, parisino de 64 años, ocupa la máxima responsabilidad de la OMC desde mayo de 2005 tras desempeñar cargos políticos en París y en Bruselas, donde fue comisario de Comercio entre 1999 y 2004.
Actualmente, en su segundo mandato como director general, que concluye en 2013, trabaja para sacar de su actual punto muerto la Ronda de Doha, la gran reforma del sistema de comercio internacional que pretende reducir los obstáculos al comercio y revisar las reglas actuales y que enfrenta a países ricos y pobres.
Lamy defiende el impulso al comercio como la vía lógica para salir de la crisis económica internacional, pero advierte de la falta de "energía" de la clase política para tener altura de miras en la situación actual y para comprometerse a hacer concesiones.
Esta es la entrevista que ha mantenido con Efe en su despacho de la OMC en vísperas de la reunión ministerial:
Pregunta: ¿Qué espera de esta conferencia ministerial?.
Respuesta: El propósito es revisar la totalidad de las actividades de la organización y dar orientación para los próximos dos años. Los miembros han preparado una especie de consenso en determinadas áreas, pero esto es algo que deben decidir y comentar los ministros. Hay buenas noticias, como la adhesión de nuevos miembros (Rusia, Montenegro, Samoa y Vanuatu), lo que quiere decir que esta organización sigue atrayendo a nuevos socios, y se ha decidido tomar medidas sobre una serie de cuestiones de interés para los países más pobres.
En cuanto a la Ronda (de Doha), todavía está en una situación de punto muerto y el único consenso que se ha logrado es que deberíamos intentar hacer frente a la negociación de manera diferente a cómo se ha hecho hasta ahora, con la idea de abordar primero los temas más fáciles y luego los más difíciles. Es lo que se ha propuesto a los ministros. Veremos si lo aceptan, en cuyo caso se nos planteará la cuestión -que no está sobre la mesa- de qué asuntos están maduros para ser 'cosechados'".
P: ¿Cree que los ministros proveerán la orientación política que usted pidió para seguir avanzando en el desarrollo de las tareas de la OMC?.
R: Veremos si se centran en sus problemas domésticos, con poca atención, energía y disponibilidad para los grandes asuntos internacionales, o si son capaces de elevar la perspectiva sobre lo que tienen que hacer juntos. Dada la enorme crisis a la que nos estamos enfrentando, la única cuestión esencial para todos ellos es cómo salir de la crisis. Esta es la única cuestión principal.
Todos dicen que hay que abrirse al comercio y saben que hacerlo es la mejor manera de salir de la crisis, porque no es costoso y porque sería bueno para todos, pero por otro lado (los Gobiernos) siguen centrados en los problemas domésticos. Esa es la conexión perdida entre el problema y la solución. Conocemos el problema y conocemos la solución. El problema es que cruzar el puente entre ambas cosas implica decisiones y cesiones. No va a venir del cielo y ahí es donde por el momento no hay una energía real en la maquinaria para negociar soluciones de compromiso.
P: Hace seis meses usted advirtió del riesgo de la parálisis negociadora de la OMC. ¿Han cambiado las cosas desde entonces, puede representar la conferencia ministerial un cambio de tendencia?.
R: Mientras la Ronda (de Doha) no concluya, existe un riesgo, que no es a corto plazo, sino a largo plazo, de que el resto de las actividades de la organización se resientan. Nuestra tarea es elaborar reglas y aplicarlas para mejorar las capacidades comerciales. Podemos continuar o administrar bien las reglas actuales. Tenemos un Órgano de Solución de Diferencias que funciona muy bien, una asistencia técnica que ayuda a los países en desarrollo, un programa de Ayuda al Comercio que funciona bien.
Esto puede seguir bien durante bastante tiempo, pero si no actualizamos las normas, si las normas quedan obsoletas, será un problema para esta organización. No mañana ni dentro de dos años, pero sí a largo plazo. Creo que los ministros, habitualmente ocupados en temas más a corto plazo, deberían considerar también esta perspectiva, sobre todo en un momento en el que la economía internacional no va bien y en el que sabemos que no irá bien en los próximos años.
P: Los países en desarrollo se quejan de que se les exige más en el compromiso de apertura comercial que a los países ricos.
R: Estamos hablando de una categoría muy amplia de países. Hoy no se puede hablar de Kenia y Paraguay, como se habla de México o India. Hay que tener en cuenta que no existe una política de compromisos única para todos los países en desarrollo. Tomemos como ejemplo la agricultura o incluso los aranceles industriales, tenemos países como Costa Rica o Chile, que son extremadamente abiertos, y países como Argentina o Brasil, que son más cautos, o países como México, que están a mitad de camino. Todos tienen sus puntos de vista sobre cuál ha de ser su contribución.
P: ¿Como se conjuga la apuesta por un incremento de la actividad comercial con el creciente problema de agotamiento de recursos?.
R: Abrir el comercio sigue siendo la mejor, la más rápida y la manera menos costosa de hacer crecer la economía. Abrir el comercio mejora la eficiencia. El crecimiento económico es una suma de crecientes eficiencias y el comercio lo facilita. Por supuesto que no se produce a un coste cero; hay ganadores y perdedores, pero la experiencia demuestra que la suma es positiva. En los últimos 50 años los países que se han abierto al comercio están mucho mejor que los que no lo han hecho.
P: La Conferencia se celebra tras aprobarse la adhesión Rusia a la OMC. ¿Qué significa esta adhesión para la organización y qué significa para Rusia?.
R: Significa que las reglas de la OMC se extienden a la última gran economía del planeta que estaba fuera. Es un gran plus para todo el mundo, porque nuestros miembros saben ahora que pueden comerciar con Rusia con las reglas y estándares que se aplican a otros, que el comercio será más predecible y más transparente.
Para Rusia es una garantía de seguridad para su comercio. Es el típico caso en el que ganan los miembros actuales de la OMC, gana Rusia y gana la organización. El sistema ruso será mas abierto y más competitivo. Para los rusos será una etiqueta de calidad, como ha ocurrido con todos los países que se han incorporado a la OMC, en los que se ha disparado la inversión extranjera.
P: Se acaba de cumplir el décimo aniversario de la adhesión de China a la OMC. ¿Cuál es su balance?.
R: China ha cumplido en general con sus obligaciones, no al cien por cien, pero es que no conozco a un solo miembro de la OMC que cumpla al cien por cien. Antes de que China se uniera a la OMC, el 60 por ciento de las disputas en esta organización eran entre la Unión Europea y EEUU. ¿Por qué?, ¿porque eran alumnos terribles?. No, porque la gran mayoría del comercio se generaba entre ellos. Cuando China se une a la OMC su comercio se expande y entonces surgen las fricciones, pero lo han hecho en una proporción normal a su volumen comercial.
P: ¿Cómo ve la situación en la eurozona?. ¿Existe realmente la voluntad y la capacidad de los gobiernos de estar unidos para salir de la crisis?.
R: No lo sé. Esto tiene que ser puesto a prueba. Es la única manera de salir de la crisis. No veo ninguna otra solución. Después, la cuestión estará en la letra pequeña, pero al margen de las decisiones que se tomen, la eurozona afronta bastantes años de bajo crecimiento, incluso en el escenario más optimista. Absorber el actual nivel de deuda pública llevará tiempo y las reformas serán inevitables. Todos saben que si hacen esto juntos serán más eficaces y más rápidos que si lo hacen de manera individual, pero volvemos al problema de que los gobernantes tienen que hacer frente a sus propios problemas en casa.