El proyecto, conocido como Unión Energética, deberá “permitir a los ciudadanos y empresas disponer de una energía segura y respectuosa del clima”, afirmó el presidente del Consejo Europeo (CE), Donald Tusk.
En concreto, los Veintiocho se comprometieron a implementar a corto plazo proyectos de infraestructura que faciliten la circulación de energía más allá de sus fronteras, de modo que un país europeo pueda enviar gas o petróleo a otro en una situación de crisis.
También coincidieron en la necesidad de desarrollar un mercado energético “más efectivo y flexible”, integrando energías renovables.
“Es posible fortalecer la seguridad energética a través de una mayor eficiencia energética y recurriendo a fuentes locales, así como a tecnologías de bajo carbono seguras y sostenibles”, afirmaron los jefes de Estado y de gobierno de la UE en una declaración.
En ese sentido, acordaron adoptar una estrategia para la innovación e invertir en la investigación y desarrollo de tecnologías con baja emisión de dióxido de carbono, como los combustibles de nueva generación, el almacenamiento de electricidad y la captura de carbono.
La Unión Energética implicaría, además, un refuerzo en la legislación y en la transparencia del sector para evitar que las compañías abusen de su posición.
Al mismo tiempo, los líderes europeos abogaron por “emplear todos los instrumentos de política externa para establecer asociaciones energéticas estratégicas” con países importantes por su producción de combustible, como Rusia, o por su rol en el tránsito del mismo, como Ucrania.