Según explicó este martes la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe anual, los flujos de inversión extranjera se quedaron el pasado año en 1.097 billones de dólares tras la tercera caída anual consecutiva, lo que supone un 1.3 por ciento del Producto Interno Bruto global.
Estados Unidos, que habitualmente es el principal inversionista (en 2017 había colocado 316,000 millones de dólares en el exterior) presentó por primera vez desde 2005 un saldo negativo, de 48,000 millones.
El primero de la lista pasó a ser Japón con 143,000 millones de dólares, pese a un importante descenso respecto al año precedente (160,000 millones), y le siguieron China con 96,000 millones (138,000 millones en 2017), Francia con 93,000 millones (tras 58,000 millones), Alemania con 63,000 millones (tras 88,000 millones) y Holanda con 59,000 millones (tras 28,000 millones).
Los flujos recibidos por los países de la OCDE disminuyeron en conjunto un 23 por ciento y representaron 625,000 millones de dólares, un 48 por ciento del total mundial, porcentaje inferior al 53 por ciento de 2017 y al 64 por ciento de 2016, pero comparable al 47 por ciento registrado de media entre 2012 y 2014.
Ese bajón se debió, en buena medida, a la salida de capitales de Irlanda (66,000 millones de dólares) y Suiza (87,000 millones), que los autores del informe atribuyen probablemente a la repatriación de capitales de filiales de compañías estadounidenses allí.
Al final, los grandes receptores de inversiones en 2018 fueron Estados Unidos con 270,000 millones de dólares (frente a los 292,000 millones de 2017), China con 203,000 millones (tras 166,000 millones), el Reino Unido con 64,000 millones (tras 101,000 millones) y Brasil con 61,000 millones (tras 68,000 millones).