"Si Ghosn viniera a Francia no le extraditaríamos porque Francia no hace eso con sus ciudadanos, es una regla", indicó Pannier-Runacher en una entrevista en la cadena BFM TV.
La secretaria de Estado de Economía insistió en que Francia le ofrecerá asistencia consular en Líbano "como a cualquier ciudadano", ya que su nacionalidad francesa "lo protege" y se aplican para todos "las mismas reglas del juego".
Sin embargo, consideró que Ghosn no debía haber huido de los tribunales japoneses.
Para Pannier-Runacher, Ghosn, que se encontraba en arresto domiciliario en Japón tras ser detenido en noviembre de 2018 sospechoso de cometer irregularidades financieras al frente de la alianza de Renault y Nissan, estaba en unas condiciones de detención que no eran agradables, pero su vida no estaba en peligro.
"Estaba en arresto domiciliario, no podía ver a sus seres queridos, comprendemos que eso no era agradable, pero su vida no estaba en peligro, si no Francia habría intervenido", dijo la secretaria de Estado, que calificó la fuga a Líbano de "novelesca".
Este jueves, agentes de la fiscalía de Tokio registraron la vivienda de Carlos Ghosn, de 65 años, en busca de pistas que indiquen cómo pudo salir clandestinamente del país y llegar a Beirut burlando la vigilancia a la que estaba sometido desde que quedó en libertad bajo fianza, el pasado 25 de abril.
Las autoridades japonesas han confirmado que no existen registros sobre cuándo y cómo pudo salir de Japón. Tenía sus movimientos y comunicaciones restringidos y había cámaras fuera de su domicilio para vigilar la salida de su vivienda.
El expresidente de Nissan tiene tres nacionalidades (brasileña, francesa y libanesa), pero, según fuentes de la cadena NHK, contaba con dos pasaportes franceses, uno de los cuales pudo ser utilizado para entrar legalmente al Líbano el pasado lunes a bordo de un avión privado y después de hacer una escala en Turquía.
Horas después de la fuga, Ghosn dijo en un comunicado transmitido por su abogado que había escapado de la "injusticia" nipona.