En plena fase 3 por coronavirus COVID-19, las complejidades de esta actividad esencial son aún mayores por lo que se hace indispensable anticipar sus escenarios de riesgo en los eslabones que componen la cadena.
De acuerdo con el INEGI, la industria alimentaria es una de las actividades que aportan mayores recursos a la economía nacional. Representa más del 23 por ciento del PIB de la industria manufacturera y más de 3.69 por ciento del PIB nacional. Los tres sectores que más contribuyen a la industria es la panadería y tortillas con 32 por ciento, la producción y empacado de carne roja y blanca (22 por ciento) y la elaboración de productos lácteos (12 por ciento). Siendo México el tercer mayor productor de alimentos procesados en América y el noveno a nivel mundial, la capacidad de respuesta de la cadena alimentaria será crucial para cubrir la necesidad inmediata de abastecimiento.
“La cadena alimentaria, especialmente las grandes corporaciones y distribuidoras de productos alimentarios, siempre se ha distinguido por su gran eficiencia, especialmente para asegurar la higiene e inocuidad de los alimentos. Sin embargo, en estos tiempos de crisis, el suministro de alimentos debe extremar precauciones, no solo en materia de preservar la salud de sus propios trabajadores, sino con el fin último de seguir funcionando óptimamente a pesar de la pandemia. El reto es enorme pues no hay precedente para este tipo de contingencia. Si bien se puede pensar en posibles barreras comerciales entre países, no habíamos anticipado jamás restricciones entre estados por alta transmisión de contagios. Hoy, ese escenario es posible y las empresas deben estar preparadas”, indica Ricardo Alvarado, director ejecutivo de riesgos de Lockton México.
Sin duda, el coronavirus pone a prueba cada eslabón de la cadena alimentaria, desde el origen de la materia prima, su transformación, almacenamiento hasta el proceso de transporte, venta y consumo. Para lograr una visión integral de la cadena de suministro, una consultoría en riesgo para planes de continuidad de negocio permite analizar los puntos críticos de cada eslabón e identificar pérdidas financieras que se pueden transferir a una aseguradora ante una posible interrupción de negocio.
El transporte de mercancías es un jugador vital en este proceso logístico y representa el principal riesgo en la cadena alimentaria, el cual puede transferirse a un seguro para absorber la pérdida financiera por accidente o robo de mercancía y contar con fondos para reponer ese inventario. En la misma línea, existen zonas del país con alta concentración de producción y esas zonas industriales pueden enfrentar diversos riesgos
como bloqueos, incendios u otros factores. En esas circunstancias, las pérdidas por interrupciones de operación de las plantas de manufactura también pueden transferirse lo que permite tener recursos financieros para incrementar la producción en otras ubicaciones y dar continuidad de la cadena de suministro.
También es posible proteger la producción agrícola en caso de incendios, inundaciones y sequías, entre otros fenómenos naturales.
De ser necesario, el agricultor puede hace uso de la indemnización para recompra del producto, cumplir con sus compromisos de entrega y evitar una situación de desabasto, que podría derivar en una menor oferta de producto y potencialmente una consecuente alza de precios.
En estos tiempos de contingencia, y frente al constante cambio que la emergencia provoca, Lockton, el corredor y consultor privado de seguros más grande del mundo, ofrece la consultoría de riesgos a las empresas de la cadena alimentaria para asegurar las mejores prácticas de continuidad operativa aun cuando un eslabón de la cadena se debilite o se rompa.
“Ante esta emergencia sanitaria lo menos deseable es complicar aún más la situación. Por ello, hay que blindar a las empresas desde adentro, priorizando la salud de la fuerza laboral, asegurando estándares de calidad y de trazabilidad para un consumo seguro de los productos y diseñando planes alternos para garantizar la producción y la distribución en tiempo y en forma. Debemos actuar de forma rápida para fortalecer la cadena alimentaria y contrarrestar los efectos de pánico e incertidumbre que suelen presentarse en estas crisis”, concluye Ricardo Alvarado.