Por este motivo, Jesús Padilla Zenteno, presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM) dijo durante su participación en el VII Congreso “Transporte masivo: motor de desarrollo” que en México, como ya está sucediendo en Colombia, “el transportista debe ser autor del cambio y no solo actor del mismo y participar en las políticas de hacer ciudad a través de un Sistema Integrado de Transporte (SIT)”.
Hasta hoy, aseveró, “los programas de transporte y movilidad se realizan sin escuchar en muchas ocasiones la opinión, las necesidades y los costos de instrumentación que tienen estos servicios. Las empresas del transporte son realmente ejecutoras de las voluntades de la política del momento”.
Por eso mismo, destacó, “cobra sentido para nosotros en México y seguramente para toda América Latina la forma en la que se ha venido consolidando el sistema integrado de transporte en Bogotá nacido de TransMilenio”.
Entonces, preguntó: “¿Pueden o deben las empresas de transporte no sólo en México sino en otras partes, participar en la planeación de la ciudad a través de los Sistemas Integrados de Transporte? Esa es una pregunta que yo creo que quienes están siendo operadores en Bogotá, cada vez hacen mejores aportes sobre cómo tiene que ser el desarrollo”.
En el auditorio donde se realiza la etapa académica de la Feria Internacional del Transporte (Fitrans 2015), el presidente de la AMTM y vicepresidente para América Latina de la Unión Internacional de Autobuses de Pasajeros (UITP), destacó que para tener una movilidad equilibrada se requiere la integración de diversos componentes donde los autores de los planes deben ser los gobiernos federal o nacionales, los gobiernos estatales o regionales, las autoridades metropolitanas y los gobiernos municipales, con la inclusión de los desarrolladores inmobiliarios y los Sistemas Integrados de Transporte a través de las empresas.
Jesús Padilla Zenteno mostró a los asistentes cómo el modelo de desarrollo urbano de las ciudades mexicanas entre 1980 y 2015 se estructuró en 3D y tiene grandes efectos adversos en el transporte porque se hizo de forma distante, con grandes distancias por recorrer y viajes origen destino de poca rotación; disperso, con trayectos vacíos y un bajo índice de pasajeros por kilómetro, así como desconectado por la difícil accesibilidad, poca intercomunicación y carente de continuidad vial.
Puso un ejemplo claro con la ciudad de Monterrey, donde en 30 años, de 1980 a 2010, la población creció dos veces pero la ciudad se ha expandido cinco. En consecuencia, la longitud de los viajes promedio se incrementó 2.8 veces.
La falta de una planeación integral, destacó Padilla Zenteno, quien también es vicepresidente de delegaciones de la Coparmex Ciudad de México, acarrea efectos institucionales como tener el tema de ciudad en muchas manos y cada quien jalando para su lado; un divorcio entre transporte, desarrollo urbano y medio ambiente; que se planea pero no se instrumenta y que exista una gran especulación del suelo urbano con más de 85,000 hectáreas de baldíos en ciudades de más de 50,000 habitantes.
Los efectos financieros son que la frontera entre la ciudad y el área rural crezca sin atención y sin apoyos financieros, que las inversiones destinadas al desplazamiento de los autos con las autopistas, distribuidores y, la infraestructura vial en general, obtenga el 77 por ciento de los recursos federales para transporte mientras el masivo lo dejan corto.
En los efectos sociales sumó los tiempos de traslado que van en franco aumento al interior de la ciudad, porque el 31 por ciento de los propietarios señalan que no viven en su propiedad y se desplazaron al centro de la ciudad debido a la distancia entre vivienda y trabajo; se da una enorme segregación y el abandono de más del 14 por ciento de las casas habitación deshabitadas, una cifra de 5 millones de acuerdo con el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit); se incrementa el deterioro del paisaje urbano y se produce un rompimiento de la cohesión y comunicación humana, con un mayor efecto directo sobre el transporte.
Entre los efectos económicos se cuenta la pérdida de productividad debido a la concentración de viajes en puntos de acceso a la ciudad, así como recorridos tortuosos con más de 3.3 millones horas-hombre perdidas en la ciudad de México, por ejemplo; se crea la necesidad de gastar más para desplazarse mayores distancias a tal grado que el 25 por ciento del ingreso es dedicado al transporte entre los sectores de menores recursos, así como la nula plusvalía y caída en el valor de las propiedades.
Finalmente, los efectos en términos ambientales son, entre otros, la pérdida de espacios rurales, tierras agrícolas y propiedades de gran valor ambiental, además de que el área urbana se ha casi sextuplicado en los últimos 30 años; el incremento de los vehículos cero kilómetros ofertados, con consecuencias en el consumo energético y emisiones de gases de efecto invernadero, que de acuerdo con estudios el 20 por ciento de las emisiones producidas son del sector transporte.
Ante el anterior panorama, Padilla Zenteno destacó que el Sistema Integrado de Transporte (SIT) de Transmilenio en Bogotá, “es un ícono a seguir para todos nosotros”, donde se pueda influir en la planeación a escala estado/región así en los municipios; se puede participar activamente en la planeación a escala de corredor y como elemento del SIT; así como la participación limitada en la planeación a escala predio, siendo ésta función de los desarrolladores inmobiliarios.
Finalmente, agregó, “en la AMTM estamos tratando de meter el componente del usuario como lo ha realizado la alcaldía de Bogotá”.