Se calcula que una de cada tres víctimas de accidentes de tránsito en el mundo se debe a una conducción a exceso de velocidad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, este factor contribuye a la gravedad de las consecuencias, ya que un peatón adulto tiene menos de un 10 por ciento de riesgo de muerte si es atropellado por un automóvil a menos de 30 km/h, pero si el vehículo se desplaza a más de 80 km/h, el riesgo de muerte aumenta a 98 por ciento. En México, y según datos de Conapra, fallecieron en 2015 un total de 16,039 personas. Dos tercios eran usuarios vulnerables: el 48 por ciento eran peatones; el 16 por ciento, motociclistas; y el 2 por ciento, ciclistas.
Los resultados del informe de Fundación Mapfre señalan que más del 75 por ciento de los vehículos transitan a exceso de velocidad en vías de 20 km/h. Éstas se caracterizan por estar ubicadas cerca de centros educativos, parques y residencias, vialidades que concentran una mayor actividad peatonal y ciclista. Dos de cada tres vehículos también exceden los límites de velocidad en zonas con límite de 30 km/h.
“En México existe una tendencia alarmante sobre los vehículos a exceso de velocidad en áreas susceptibles a un alto flujo de transeúntes, lo que representa un elevado factor de riesgo para los usuarios más vulnerables, como niños y adultos mayores, quienes suelen tener una menor capacidad de reacción. De ahí la importancia por promover una cultura de seguridad vial en beneficio de peatones y conductores”, indicó Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación Mapfre Monclús también explicó que “se trata, sin embargo, de valores comparables con otros países como España e implican que, a pesar de los considerables esfuerzos realizados por las autoridades municipales, es preciso redoblar los esfuerzos en todos los frentes: educación, concientización y fiscalización”.
Como parte de las métricas presentadas, se analizaron las tendencias del exceso de velocidad en cinco de las principales ciudades del país. El porcentaje de vehículos que no respetan esta medida de seguridad vial por región fue el siguiente: 23 por ciento en Guadalajara, 22 por ciento en Puebla, 21 por ciento en la Ciudad de México, 20 por ciento en Monterrey y 15 por ciento en Tijuana. Siendo las motocicletas y automóviles quienes circulan a mayor velocidad, con un promedio de 50.28 km/h y 49.45 km/h respectivamente, seguidos por los autobuses y camiones a 45.33 km/h y 42.45 km/h.
Por otro lado, los indicadores obtenidos reflejan una baja incidencia del exceso del límite de velocidad en vías rápidas (un 9 por ciento de vehículos en exceso de velocidad en vías con límite 80 km/h). Las causas se relacionan con el propio diseño de las vialidades, las políticas de gestión que las autoridades enfocan sobre éstas, así como los altos niveles de congestión que las caracterizan, ya que, el tráfico limita a los conductores a circular más lento de lo normal durante la mayor parte del tiempo.
Investigaciones internacionales indican que un aumento de 1 km/h en la velocidad del vehículo provoca un incremento de 4 por ciento en las colisiones mortales. Esto se debe a que, a mayor velocidad, aumenta la distancia para detenerse y, en caso de colisión, también se incrementa la gravedad de los traumatismos. Se estima que un auto que circula a 80 km/h recorre alrededor de 23 metros antes de que el conductor reaccione ante una situación de peligro y recorre otros 33 metros antes de detenerse por completo.
Por ello, como parte de la campaña de concientización Objetivo Cero, que promueve Fundación Mapfre a nivel mundial, estas son algunas acciones recomendadas para reducir los accidentes de tránsito y mejorar la movilidad en zonas urbanas:
- Construir o modificar las vialidades para mejorar la seguridad de la movilidad para peatones y ciclistas.
- Establecer un sistema de velocidades seguras que parta de un límite general de 50 km/h y de 30 km/h en zonas con un flujo elevado de usuarios vulnerables.
- Hacer cumplir los límites de velocidad permitidos mediante la legislación pertinente, apoyado por un observatorio de seguridad del tránsito y un plan de seguridad vial que se evalúe de manera permanente.
- Emplear herramientas tecnológicas en vehículos como sistema de control de velocidad, así como en la optimización para la asistencia a víctimas de siniestros viales.
- Sensibilizar a la población sobre los riesgos del exceso de velocidad con programas educativos y capacitaciones para la formación de conductores responsables.
Lo anterior establece la necesidad de que el gobierno, organizaciones públicas, instituciones educativas, empresas y sociedad en general, unan esfuerzos por promover una cultura de seguridad vial que reduzca el número de colisiones y, sobre todo, de víctimas de accidentes de tránsito en todo el país.