Ambas compañías han reconocido este miércoles que mantienen contactos "para crear un grupo entre los líderes mundiales de movilidad", aunque han rechazado dar más detalles por el momento.
Su anuncio ha sido suficiente para que las acciones de ambos grupos se hayan disparado en las bolsas de París y Milán: PSA ha cerrado con un aumento del 4.53 por ciento y FCA lo ha hecho con un 9.53 por ciento.
Pocos meses después de fracasar el intento de fusión con Renault-Nissan, Fiat vuelve a probar un acercamiento similar, esta vez con la rival de esta y, como en el caso de Renault, el gobierno francés volverá a jugar un papel importante, pues es propietario del 12 por ciento PSA, a través del Banco Público de Inversión (BPI).
PSA ya había coqueteado con Fiat a principios de año, pero el grupo italiano -controlado por la familia Agnelli y presidido por John Elkann- rechazó la propuesta para probar suerte con Renault, una iniciativa que se frustró por la falta de apoyo del gobierno francés y de Nissan.
Actualmente, PSA y FCA colaboran en la planta común de Sevel, en Italia, donde fabrican vehículos comerciales.
Juntos sumaron el año pasado 8.7 millones de automóviles vendidos, con lo que, si se fusionaran, acabarían creando uno de los cinco principales grupos automovilísticos del mundo, capaz de plantar cara a Volkswagen, que se encuentra a la cabeza, con 10.8 millones de coches vendidos en 2018.
Por volumen de negocio, FCA registró en 2018 una facturación de unos 110,000 millones de euros y PSA de unos 74,000 millones de euros.
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El grupo francés cuenta con una capitalización en la bolsa de París de más de 22,000 millones de euros, mientras que FCA cotiza en Milán con una capitalización de unos 18,000 millones y en Estados Unidos con unos 22,300 millones de dólares (unos 20,072 millones de euros, al cambio actual).
La unión de ambas compañías generaría ahorros en los costes equivalentes al 2-3 por ciento de las ventas combinadas, según calcula el banco de inversiones independiente italiano Equita.
Tendría al mismo tiempo grandes beneficios desde el punto de vista de la complementariedad geográfica, pues, por un lado, FCA es fuerte en Estados Unidos, de lo que se podría beneficiar PSA si quiere volver al continente.
Por el otro, el grupo italiano se aprovecharía de la presencia del francés en Asia y sobre todo en Europa, donde Fiat tiene sus ventas estancadas, pues en 2018 fueron de poco más de un millón de vehículos, frente a los casi cinco millones de sus ventas globales.
El mundo del motor está avanzando cada vez más hacia la electrificación para eliminar su dependencia del petróleo y reducir las emisiones de gases contaminantes y, en este sentido, FCA podría valerse de las tecnologías de PSA para avanzar en este campo, en el que lleva un gran retraso respecto a sus competidores.
FCA lleva desde hace tiempo buscando un aliado para fortalecer al grupo a nivel mundial y, de hecho, ya en 2015 el ahora fallecido Sergio Marchionne intentó una fusión con General Motors, que no fraguó.
Poco se sabe de las conversaciones entre los directivos de PSA y Fiat, pero, según publicó el martes el diario The Wall Street Journal, compartirían el cargo de consejero delegado en la compañía resultante el actual jefe de PSA, Carlos Tavares, y el presidente de Fiat, John Elkann.
Francia vigilará estas negociaciones para que una eventual fusión no afecte a su implantación industrial y a su gobernanza, indicó este miércoles una fuente del Ministerio de Economía y Finanzas.
En la frustrada fusión entre FCA y Renault, con la que Fiat esperaba sinergias anuales superiores a los 5,000 millones de euros, Francia impuso como garantías la protección de las fábricas en el país, la producción de las futuras baterías europeas para imponerse ante el mercado chino, la defensa de los intereses franceses en la nueva dirección y el acuerdo del socio japonés Nissan para la fusión.
Aquellas condiciones no se alejarán demasiado de las que defenderá ahora de nuevo el gobierno francés.
Por su parte, los principales sindicatos italianos han pedido al gobierno de Roma que también vigile las conversaciones para que se respeten los puestos de trabajo actuales.
El ministro de Desarrollo Económico, Stefano Patuanelli, se ha limitado a señalar que "es una operación de mercado" y que "lo correcto en este momento es no hacer declaraciones".