En México, el sector manufacturero -como la industria automotriz- es uno de los que guiará el crecimiento económico, aunque las expectativas y realidades se contraponen; de ahí la importancia de conocer, a detalle, la situación financiera de los miembros del gremio.
Si bien los analistas coinciden en que la economía mexicana crecerá este año, el optimismo tiene distintas intensidades entre instituciones y analistas. Del lado más optimista, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que México crecerá 5 por ciento este año y 3 por ciento en 2022.
De un lado más conservador, la mediana de 26 analistas -consultados por Citibanamex- estiman que el PIB mexicano se expandirá 4.6 por ciento este año y 2.7 por ciento el siguiente.
Una parte de la recuperación económica está ligada a Estados Unidos, el principal socio comercial de México y destino del 81 por ciento de las exportaciones del país, donde la industria automotriz tiene una participación y sinergia importantes.
En el primer trimestre del año, 84 de cada 100 autos hechos en México fueron para exportar y -sin sobresaltos- el destino favorito fue Estados Unidos. Para los dos años anteriores, la referencia es más elevada: en 2019, 89 de cada 100 autos hechos en el país fueron para el mercado extranjero y, en 2020, 88 autos.
La producción de autos mexicanos cerró el tercer mes del año en 303,545 unidades, de las cuales, 256,119 se exportaron. Si bien todo está diseñado para que la industria automotriz sea un motor de crecimiento, por factores como la recuperación económica del mercado local y extranjero, los retos de la industria están presentes. Marzo fue un mes desigual para el sector automotriz, al registrar caída de 13.2 por ciento, en exportación, pero un alza de 12.5 por ciento, en producción. El balance es menos incierto si se toma como referencia que en febrero ambos rubros tuvieron su caída más profunda desde 2009, cuando la crisis hipotecaria en Estados Unidos ponía en entredicho al sistema financiero.
De acuerdo con distintos medios especializados, los retrocesos de febrero respondieron a factores como las interrupciones en el servicio eléctrico, la falta de microcomponentes y una recuperación paulatina de empleos y economía. Lo anterior deja de manifiesto la relevancia de las cadenas de valor para una industria como la automotriz, de la que dependen millones de personas y es uno de los motores de la recuperación económica de un país. Una manera para contrarrestar la incertidumbre y falta de confianza, que pudiera existir en el sector, es con información precisa de la situación de los proveedores, que son parte de las cadenas de valor.
La era pos-Covid-19 demanda a los empresarios y tomadores de decisión -sin importar su tamaño o industria- tecnología, datos e información actualizada y en tiempo real para aumentar la confianza, ampliar panorama y restar incertidumbre.